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21 días viendo el porno pasar
Los aficionados y los profesionales del porno nacional estaban algo alterados últimamente a causa del programa de Cuatro de ayer en el que Samanta Villar (la chica 21 días) pasaba esas tres semanas registrando lo que es el porno español, cómo es un rodaje y viviendo el porno desde dentro. Eso sí, sin traspasar límites. 21 días viendo el porno pasar, pero sin acercarse demasiado. En otras entregas de su programa, Samanta ha llegado a poner su salud en peligro, por ejemplo, pero lo de follar es otra cosa. El deseo de la mayoría es que probara de protagonizar una escena, pero, en el fondo, todos sabíamos que no iba a ser así. Dejando a parte este detalle, podemos decir que el reportaje, aunque sin duda no ha sido de los mejores de Samanta, no ha estado mal. 
Samanta ha estado con Dunia, nuestra actriz más mediática; con los chicos de Kemaco, unos cracks del porno para Internet; con el gran Torbe, el Dios del porno en la red; con Toto, toda una revolución en el porno, y con Max Cortés, un director de éxito. Y, además, con chicas como Michelle Blanch, Diana Dean o la recién llegada Sofia Arenas. Todos los ahora mismo mencionados han sido un acierto por parte de los guionistas. Torbe, Dunia, Kemaco, Toto y Max son referentes clave para hablar del porno español actual. Sin embargo, el reportaje ha quedado bastante cojo. Aunque estos fueran la columna vertebral del reportaje y las piezas principales, Samanta debería haber pasado un rato con gente como José María Ponce, para que le explicara como ha evolucionado el porno, o gente como Roberto Valtueña, para mostrar la otra cara del porno (casi en extinción en España, por otra parte) que es el porno de alta factura y argumental. 
Pero el objetivo del reportaje no era hacer una radiografía exhaustiva del porno nacional, sino hacernos pasar un buen rato y mostrar un poco como se vive la industria del porno (si es que aquí tenemos de eso) desde dentro. Y eso lo ha conseguido. Hemos visto castings de amateurs con chicos derrotados que no empalman, rodajes de escenas tanto en interior como en exteriores, confesiones de los profesionales, los análisis médicos, los preparativos previos a los rodajes, la faceta privada de los profesionales... y nos hemos reído. Sí, hemos reído, y el gran Torbe ha sido el 'culpable'. Los editores del reportaje han hecho bien su trabajo y han colocado la parte en la que convive con Torbe en el centro del reportaje, amenizando el asunto y dándole otro tono, y Torbe no ha decepcionado.
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